Reflejo de Agua

En sus manos aún temblaba el recuerdo de aquel momento atroz. Trémulas el jabón sostenían y su cuerpo desnudo en agua tibia apaciguaba. Rabia, susto y desespero, ira por la represión. No era ser penetrada el problema, decía, lo era la sevicia que su lascivia tenía. Uñas asquerosas, recuerdo de ese sarro de fango, humo y sal.

¡Inmundicia de bestia humana mi cuerpo absorbió!

¿Por qué esto a mí me pasó?

¡Falo de mierda! Abusivo demonio que mi dominio violó.

Si no hubiera salido, -seguía-,

¿si hubiera llamado? -quizá-.

¡Entre más lo pienso más enloquezco!

¿Nada me pudo salvar de ese encuentro atroz?

Por esto mi abuela decía que hay cierta belleza que es maldición.

Atrae todo indeseado dejando sinsabor.

La fuerza del choque su voluntad doblegó, su mano el jabón destripó y con sus uñas su dorso rasgó. La furia y el dolor en su garganta encarnaron y de sí otra voz le surgió.

-Por el mismo deseo de parásito ser al esposo poseer.

¿Cómo creías que la vida te habría de responder?

Si parásito serás, primero en ti los llevarás y con tu vida nutrirás.

No vengas con la idea de propia inocencia,

cuando de serpientes llena está tu conciencia.

¿Querías de alguien vivir y la vida disfrutar

solo por el hecho que de ti va a degustar?

Así no se equilibra el asunto mi bella dama,

pues todo pensamiento desata su propio drama

y todo servicio se ha de pagar.

Entre confundida y sorprendida por la otra voz que de sí le surgía, sus ojos cerró, a su divinidad interna se aferró y con paciencia respondió:

De la mente el dudar del corazón el amar.

Mi amor por él es sincero

y de tu boca las serpientes salieron primero.

De razón en su presencia carezco,

su calor mi vida enciende,

en su lecho me enloquezco

y mi corazón su ser entiende.

Y si en algo el amor danza,

es que la fe en la nada lo realza.

Es tu ojo por envidia nublado

que ves falso el pecho de amor colmado.

Y aunque un pensamiento con drama tuviera,

albedrío tengo para que al camino dejarle se perdiera.

Ahora comprendo que seas quien seas

fue tu ceguera la que fuerza te diera

para de juez jugando ir castigos obsequiando.

Es amor lo que te falta,

bella serpiente que todo lo encantas,

injusto dolor que buscando saciarte todo lo espantas.

Pues en esta airada me verás

mas cambio profundo mi alma tendrá,

pronto la conocerás y

con ella quizá de nuevo emergerás.

-Mi naturaleza refleja

no juzga ni castiga.

Soy agua y soy voz

soy espejo en tu tina.

Su ira con su baño disolvió, el momento aceptó, con amor lo recordó y así lo transmutó. Fuerte y decidida, al lugar quiso regresar para desde allí el suceso recrear y la magia completar. Mas curiosa sorpresa se llevó al ver que por los extremos de su camino bifurcado se acercaban dos mujeres con corazones acongojados. La una con las manos en el vientre maldecir parecía y la otra resuelta el andar sus senos mecía…